What is the color of the wind? Camila Echavarría invites us to pause, observe, and rediscover the beauty and hidden order of nature through her poetic landscapes and delicate forms.
¿De qué color es el viento? Camila Echavarría nos invita a detenernos, observar y redescubrir la belleza y el orden oculto de la naturaleza a través de sus paisajes poéticos y delicadas formas.
THE COLOR OF THE WIND
By Constanza Ontiveros
PhD in Philosophy, UNAM, Mexico
MA in Art History, UNAM, Mexico
What does a flower’s petal or a butterfly in flight reveal when we pause to truly see them? In her first solo exhibition at BEA, Camila Echavarría turns nature into both inspiration and raw material, crafting idyllic landscapes where precision intertwines with intuition and, through color, becomes emotion. With technical mastery and a rigorous study of proportion, the Colombian artist transforms organic forms into expressive compositions built from subtle layers, delicate nuances, and vibrant accents. The sound of the wind brushing against a tree, the sensuality of a tulip, the gentle sway of a flower in the breeze—her brush captures it all, reminding us of the beauty that surrounds us and the transformative power of contemplation.
Her practice is nourished by both an academic approach to drawing and painting and a deep fascination with the laws and patterns of nature that have inspired artists and thinkers since ancient times. Of particular importance in her work is the Fibonacci sequence—named after the Italian mathematician who introduced it to the West in the 13th century. Camila continually rediscovers this sequence, in which each number is the sum of the two preceding it, through her close observation of the natural world, organizing her strokes according to the logic of the golden ratio.
Yet, while her compositions reflect careful planning, they also give way to experimentation and to a quiet narrative that, through her titles, whispers an echo of hope. This manifests in the replacement of green foliage with a monochromatic palette that moves from black to white. In contrast, the focal point—almost always a flower—bursts forth in vivid yellows, pinks, or deep reds, with textures that condense the richness of natural contrasts. In some pieces, that hidden order takes conceptual form: barcodes or electrocardiograms, traced with mathematical precision, are integrated into landscapes or bouquets of tulips, revealing a secret harmony.
Although her work has long focused on painting, since 2023 Echavarría has explored three-dimensionality through pieces that expand the illusion of depth found in her canvases. By unfolding the lines of previous paintings, these works emphasize her command of negative space, turning emptiness into a central element. Metaphorically, the cuts—now made on sheets of glass—capture the essence of nature, and through it, reflect the full complexity of human experience: joy, fear, love, loss.
Together, the paintings and sculptures on view at BEA invite us to look closely at that vastness we so often overlook. Echavarría evokes a profound connection with the natural world through hypnotic compositions that appeal both to emotion and to our innate attraction to patterns. And although she always considers the viewer, her search is more existential than scientific, more poetic than mathematical. Above all, her work is born from an intuitive, vital gesture: painting as one feels, as one searches, as one heals.
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EL COLOR DEL VIENTO
Por Constanza Ontiveros
PhD in Philosophy, UNAM, Mexico
MA in Art History, UNAM, Mexico
¿Qué esconde el pétalo de una flor o una mariposa en vuelo cuando nos detenemos a mirarlos? En su primera exposición individual en BEA, Camila Echavarría convierte la naturaleza en inspiración y materia prima para crear paisajes idílicos donde la precisión se entrelaza con la intuición y, a través del color, se transforma en emoción. Con destreza técnica y un riguroso estudio de las proporciones, la artista colombiana convierte formas orgánicas en composiciones expresivas construidas con capas sutiles, matices delicados y acentos vibrantes. El sonido del viento al rozar un árbol, la sensualidad de un tulipán, el vaivén de una flor en la brisa: todo ello es capturado por su pincel, recordándonos la belleza que nos rodea y el poder transformador de la contemplación.
Su práctica se alimenta tanto de un enfoque académico del dibujo y la pintura, como de una profunda fascinación por las leyes y patrones de la naturaleza, que desde la antigüedad han inspirado a artistas y pensadores. En particular, la secuencia de Fibonacci —nombrada así por el matemático italiano que la introdujo a Occidente en el siglo XIII— ocupa un lugar central en su obra. Camila redescubre constantemente esta secuencia, donde cada número resulta de la suma de los dos anteriores, en sus observaciones del mundo natural, y organiza sus trazos según la lógica de la proporción áurea. No obstante, aunque sus composiciones revelan una planificación precisa, también dan lugar a la experimentación y a una narrativa que, a través de sus títulos, susurra un eco de esperanza. Esto se manifiesta en la sustitución del follaje verde por una paleta monocromática que transita del negro al blanco. En contraste, el punto focal —casi siempre una flor— estalla en tonos amarillos, rosados o rojos intensos, con texturas que condensan la riqueza de los contrastes naturales. En algunas obras, ese orden oculto toma forma conceptual: códigos de barras o electrocardiogramas trazados con rigor matemático se integran en paisajes o ramos de tulipanes, revelando un equilibrio secreto.
Aunque durante años su trabajo ha estado centrado en la pintura, desde 2023 Echavarría ha explorado la tridimensionalidad a través de obras que expanden la ilusión de profundidad de sus lienzos. Al desdoblar los trazos de pinturas previas, estas piezas enfatizan su dominio del espacio negativo, convirtiendo el vacío en protagonista. Metafóricamente, los cortes —realizados ahora sobre láminas de vidrio— capturan la esencia de la naturaleza, reflejando a través de ella la experiencia humana en toda su complejidad: alegría, miedo, amor, pérdida.
En conjunto, las pinturas y esculturas exhibidas en BEA nos invitan a observar con verdadera atención esa inmensidad que solemos pasar por alto. Echavarría despierta una conexión profunda con el mundo natural a través de composiciones hipnóticas, que apelan tanto a la emoción como a nuestra atracción innata por los patrones. Y aunque siempre tiene presente al espectador, su búsqueda es más existencial que científica, más poética que matemática. Ante todo, su obra nace de un gesto intuitivo, vital: pintar como quien siente, como quien busca, como quien sana.
